(...)
Era tan sabia que ningún hombre quería meterse con ella, por más que tuviera los ojos de miel y una boca brillante, por más que su cuerpo acariciara la imaginación despertando las ganas de mirarlo desnudo, por más que fuera hermosa como la virgen del Rosario. Daba temor quererla porque algo había en su inteligencia que sugería siempre un desprecio por el sexo opuesto y sus confusiones.
Pero aquel hombre que no sabía nada de ella y sus libros, se le acercó como a cualquiera. Entonces la tía lo doto de una inteligencia deslumbrante, una virtud de ángel y un talento de artista. Su cabeza lo miró de tantos modos que en doce días creyó conocer cien hombres.
Lo quiso convencida de que Dios puede andar entre los mortales, entregada hasta las uñas a los deseos y ocurrencias de un tipo que nunca llegó para quedarse y jamás entendió uno sólo de todos los poemas que la tía quiso leerle para explicar su amor.
Un día, así como había llegado, se fue sin despedir siquiera. Y no hubo entonces un solo atisbo capaz de entender qué había pasado.
Hipnotizada por un dolor sin nombre ni destino se volvió la más tonta de las tontas. Perderlo fue una pena larga como el insomnio, una vejez de siglos, el infierno.
(...)
Ángeles Mastretta. Mujeres de ojos grandes.
No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.
Oscar Wilde.
Oscar Wilde.
La cosa más espantosa, es una hoja de papel en blanco.
Ernest Hemingway.
A lo mejor escribir no sea más que una de las formas de organizar la locura.
Isidro Blaisten.
martes, 10 de septiembre de 2013
martes, 3 de septiembre de 2013
Las tres letras C.
(...)
Su marido volvió tardisimo y dijo que había estado en un bar oyendo boleros.
¿Con amigos? Si, con amigos.
Ella había oído antes esa canción, era el pretexto predilecto de su primer marido. Un bar con amigos: el perfume dulce de una joven mujer libre, en el caso de su cónyuge, una enfermera innombrable que de seguro tenía veinte años. Pobre criatura. Así se aprende a sumar las tres letras C que pasan siempre por la vida de una mujer. "Un cabron, un casado y un cornudo", pensó Claudia. Podría haber más: un cobarde y un cretino. Pero generalmente vienen de tres en tres. Un jovial, un jodido y un jumento pueden ser las tres jotas. Un inteligente, un indefenso y un ingrato, las tres i. Haga cada quien su letra con tres de la misma: un bendito, un bienamado, un bienvenido. Un martirio, un mujeriego, un mentiroso.
A veces vienen todos en uno solo. Se da.
(...)
Ángeles Mastretta. Maridos.
Su marido volvió tardisimo y dijo que había estado en un bar oyendo boleros.
¿Con amigos? Si, con amigos.
Ella había oído antes esa canción, era el pretexto predilecto de su primer marido. Un bar con amigos: el perfume dulce de una joven mujer libre, en el caso de su cónyuge, una enfermera innombrable que de seguro tenía veinte años. Pobre criatura. Así se aprende a sumar las tres letras C que pasan siempre por la vida de una mujer. "Un cabron, un casado y un cornudo", pensó Claudia. Podría haber más: un cobarde y un cretino. Pero generalmente vienen de tres en tres. Un jovial, un jodido y un jumento pueden ser las tres jotas. Un inteligente, un indefenso y un ingrato, las tres i. Haga cada quien su letra con tres de la misma: un bendito, un bienamado, un bienvenido. Un martirio, un mujeriego, un mentiroso.
A veces vienen todos en uno solo. Se da.
(...)
Ángeles Mastretta. Maridos.
jueves, 29 de agosto de 2013
El amor de toda mi vida
(...)
- Va a ser el amor de toda mi vida- les dijo.
- Con ése te vas a casar -profetizó una de sus hermanas.
- No, porque dice mi tía Ana que el amor de toda tu vida es con el que no te casas- dijo la otra. (...)
Ángeles Mastretta. Maridos.
He vuelto y espero no irme!!!.
- Va a ser el amor de toda mi vida- les dijo.
- Con ése te vas a casar -profetizó una de sus hermanas.
- No, porque dice mi tía Ana que el amor de toda tu vida es con el que no te casas- dijo la otra. (...)
Ángeles Mastretta. Maridos.
He vuelto y espero no irme!!!.
viernes, 14 de junio de 2013
Relatos paranoicos de una vida en paralelo...
Despertó y extendió su mano para tocarla, pero ésta no encontró nada, se sobresaltó y se sentó de golpe en la cama; se tranquilizó al verla parada frente al enorme ventanal de la cabaña; la vió hermosa como el sueño perfecto que aveces le parecía que era, la luna la envolvía con su luz y ella apenas cubierta con una manta que le dejaba ver la espalda desnuda parecía sumida en sus pensamientos, estaba inmóvil, intacta; él no pudo dejar de pensar en enumerar todas las cosas que le gustaban de ella: su aniñado dramatismo, su risa contagiosa, su caótico dialogo, su ingenio, su enorme imaginación, su despreocupada sensualidad... No resistió más y la llamo por su nombre, rompiendo el hechizo que la envolvía. Se levantó de la cama, se dirigió hacia ella, la abrazo por la espalda, hundió su cara en su negro y enroscado cabello. Ella se volvió hacia el, le abrazo y le susurró al oído, - ¡Nunca me dejes ir!-.
jueves, 21 de marzo de 2013
El milagro de ojos verdes.
La tía siempre quiso mirarse dentro de esos ojos verdes, cada noche los perseguía en sueños; hasta que un día el Universo cansado de sus suplicas, los puso delante de ella. Desde ese día, la tía creyó en los milagros, en los ojos verdes, en las manos ajenas enredadas en su cabello, en el beso francés; creyó en él, pero sobre todo, creyó en ella. Y tanto creyó en ella, que el milagro de ojos verdes salió corriendo cuando descubrió que la tía con su confianza desbordada podía convertirse en lo que le diera la gana, era salvaje o apasible como tarde de verano a la sombra, por momentos parecía una niña de amplias caderas y al otro hablaba como si hubiese leído todos los libros de cien bibliotecas; qué podía hacer aquel hombre, sino salir corriendo, antes de amarla completa o a pedazos. Cuando se fue, la tía se quedó sin entrañas, enloqueció por un momento y pensó en mil y tres maneras de traerlo de nuevo, pero la lucides volvió a su rostro y a su cabeza e hizo lo que tenía que hacer, dejar ir esos ojos verdes, no pensar más en él y dejar que ellos fueran los que quisieran volver.
Miss Caffeina.
Miss Caffeina.
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